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Todo Rosario festejaba un titulo
Corría el año 2011 y Newell's pagaba con resultados los precios de las malas decisiones dirigenciales. La salida de Sensini y los fugaces pasos de Torrente y Cagna por el banco leproso daban cuenta de un rumbo perdido que parecía no tener quien lo enderece. Los números hablaban por sí solos: 5 partidos ganados en todo el año, con solo 16 puntos obtenidos en cada uno de los dos torneos y un penúltimo y antepenúltimo puesto respectivamente.
No era el marco ideal, pero quizás fue el necesario, para que el país fuese testigo del primer retorno resonante al glorioso Newell's Old Boys de uno de sus embajadores mundiales, tras 14 años de puertas cerradas para los ídolos del club.
Un 29 de Diciembre de 2011, bajo la sencillez y humildad que lo caracteriza y esquivando cualquier acercamiento a la demagogia, Gerardo Martino fue presentado como la nueva conducción técnica del rojinegro. Ese día, sin que el más optimista lo pudiera imaginar, comenzó a gestarse un proceso que exhibiría en el césped uno de los más altos vuelos futbolisticos en la historia del país.
En su primer torneo, el Tata convenció al plantel y a todo Newell's de que ese equipo estaba para otra cosa, y así lo demostró. Rápidamente el promedio dejó de ser un dolor de cabeza, las rachas negativas pasaron a la historia y plasmando en el césped un drástico cambio en el juego que se venía viendo, la Lepra levantó vuelo llegando al cierre del certamen con aspiraciones de campeonar, que finalmente se diluyeron en los últimos 5 encuentros.
Llegaba mitad de año y el mercado de pases se ponía en marcha a nivel mundial, aunque las arcas del club no permitían ilusionarse demasiado. Fue allí cuando el destino le hizo su segundo gran guiño a la Lepra. Como un efecto dominó, seguramente influidos por la presencia de Martino en el banco pero primordialmente atraídos por un sentimiento poco razonable, los ídolos fueron desembarcaron en el corazón de la ciudad para calzarse esa casaca que tanto tiempo los había estado esperando. El primero fue Maxi, que un día soleado volvió a subir las escaleras del túnel del Coloso y fue recibido por miles de hinchas que lo esperaban espectantes. Tras eso el turno del Gringo Heinze, a quien prácticamente no se lo había disfrutado como jugador, y decidió pegar la vuelta en la conclusión de su carrera para darse el gran gusto. Y por último, cuando parecía que pretender más ya era demasiado, Nacho Scocco, aquel pibe campeón en 2004 movió cielo y tierra para destrabar cualquier obstáculo y jugar en su lugar en el mundo. El camino marcado en 2009 por Lucas y Pomelo seguía siendo testigo de retornos de viejos muchachos de Newell's.
"Todos interpretamos en el mismo momento que había que hacerlo", "nos juntamos todos",
"está a la vista que en ningún club se dió ningún regreso en las mismas condiciones que estos chicos", fueron algunas de las palabras de un Martino para describir un caso inédito en nuestro fútbol. La vigencia de los jugadores que llegaron en plenitud física y en puntos altísimos de sus carreras, la situación de Newell's en aquel entonces, y todo lo que resignaron en materia económica hizo que el sentido de pertenencia leproso fuese noticia mundial por aquellos días.
Ya con nombres resonantes y un nivel de juego altísimo basado en una identidad consolidada a lo largo de un año, los objetivos definitivamente pasaron a ser otros y el Inicial 2012 estaba en la mira leprosa para ir por todo en busca de una nueva estrella. A pesar de que en el cierre la Lepra se quedaba nuevamente a las puertas de aquel título, no se haría esperar demasiado y llegaría 6 meses más tarde, cuando el Tata tuvo su vencida en el tercer certamente como DT, disputando cada uno hasta el final. Fue la consagración de un proceso inolvidable. Fue la resurrección desde las cenizas. Fue el símbolo del amor al club hecho carne en esos jugadores. Fue plasmar merecidamente en la historia leprosa uno de sus tantos picos futbolísticamente hablando, ya que aquel conjunto de Martino peleó 3 frentes paralelamente y estuvo a un paso de toda la gloria, alcanzando las semifinales de Libertadores representando a la Argentina como lo que fue, el mejor equipo del país durante largo tiempo.
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